«Los niños que se crían en hogares con muchos libros permanecen escolarizados tres años más que los niños que proceden de hogares sin libros, independientemente del nivel educativo, oficio y clase social de sus progenitores. Esta disposición de abundantes libros en el hogar es tan ventajosa como tener progenitores universitarios frente a progenitores sin educación escolar y doblemente ventajosa a tener progenitores cualificados frente a progenitores sin formación profesional. Esto se cumple en países tanto ricos como pobres, tanto en el pasado como en el presente». Así comienza el resumen del trabajo publicado por Evans y colaboradores en el año 2010, que incluye una muestra de más 70.000 participantes de 27 países diferentes. Curiosamente, estos autores sugieren que la cultura de las familias (entendida como el estilo de vida de los hogares donde hay abundantes libros y donde estos se aprecian, se leen y se disfrutan) se mantiene generación tras generación, en buena medida de forma espontánea, e independientemente de la educación formal y clase social.
La importancia que tiene el número de libros presentes en el hogar ha sido objeto de interés en varias ocasiones. Una de las más recientes tuvo lugar en el año 2014. Concretamente el equipo de van Bergen y colaboradores realizó un meta-análisis para determinar, entre otros, la relación que existe entre el nivel de alfabetización en el hogar y la competencia lectora de los niños. Los resultados mostraron que los factores genéticos (en concreto la fluidez lectora de los progenitores) correlacionan fuertemente con el rendimiento lector de los niños, por encima de factores ambientales (como la formación académica o la frecuencia con la que leen los progenitores). Este hecho puede resultar algo desolador ya que a día de hoy poco podemos hacer con los genes que «nos han tocado». Sin embargo, también demostraron que el número de libros en el hogar correlaciona notablemente con el nivel lector de los niños, independientemente de los factores genéticos. ¿Significa esto que el mero hecho de tener muchos libros en casa favorece el rendimiento lector de los hijos? La respuesta es un rotundo no.
El número de libros en un hogar se suele medir a través de dos tipos de cuestionarios: aquellos en los que se pide a las familias que estimen el número de libros que tienen en el hogar y aquellos en los que se las pide que determinen la veracidad del título o los autores de un conjunto de libros (este último parece ser el método más objetivo). Pues bien, los estudios que han medido el número de libros presentes en el hogar empleando este tipo de cuestionarios han encontrado que esta variable está fuertemente relacionada con cuánto leen los progenitores a los niños (Mysberg y cols, 2009). Lo determinante por tanto no es la cantidad de libros que se tiene en el hogar sino el uso que se hace de ellos, esto es, las actividades de lectura que los progenitores hacen con sus hijos. En este sentido, la lectura compartida es una opción muy recomendable.
Leer a los niños, exponerles desde edades tempranas al lenguaje escrito, está íntimamente relacionado con las habilidades orales y lectoras que estos van a desarrollar a lo largo de su vida académica, desde la etapa de infantil hasta la universidad. Por habilidades lectoras nos referimos tanto al descifrado como a la escritura y la comprensión. De hecho, la evidencia muestra que la relación entre la exposición temprana al lenguaje escrito y el desarrollo de la competencia lectora y el lenguaje oral es recíproca (Mol y cols, 2011). Los niños y jóvenes expuestos al lenguaje escrito adquieren una serie de habilidades específicas y conocimientos (por ejemplo, vocabulario rico, representación ortográfica de las palabras…) que favorecen tanto su competencia lectora como su deseo de leer por placer, lo cual se traduce a su vez en una mayor exposición al lenguaje escrito. Por el contrario, los niños menos expuestos al lenguaje escrito tienen menos oportunidades de adquirir conocimientos y de desarrollar unas habilidades de lectura y escritura adecuadas. Esto disminuye su deseo de leer y, por tanto, su exposición al lenguaje escrito. En la literatura este fenómeno se conoce bajo el nombre de «efecto Mateo». Esto es, los niños con un rendimiento lector alto leerán cada vez más y, por tanto, desarrollarán más su competencia lectora mientras que los niños con un rendimiento lector pobre leerán cada vez menos y se alejarán más del nivel lector esperado para su edad o nivel escolar (Stanovich, 1986).
A modo de síntesis, la exposición al lenguaje escrito está íntimamente ligada al desarrollo del lenguaje oral y de la competencia lectora. Esta relación es recíproca, comienza antes del aprendizaje formal de la lectura y se prolonga al menos hasta la universidad (Mol y cols., 2011). En el caso de los niños más pequeños, esta exposición al lenguaje escrito depende casi por completo de los progenitores mientras que, más adelante, será el placer por leer el que juegue un papel determinante. Por tanto, si quieres ayudar a tus hijos a ser lectores competentes en el futuro, reserva en casa un espacio generoso para libros y crea una rutina de lectura lo más placentera posible tanto para ti como para ellos. En definitiva, fomenta el hábito lector dentro del hogar, y cuanto antes mejor. Todos saldréis ganando (aquí encontrarás algunos consejos prácticos al respecto).
Referencias
Evans, M. D. R., Kelley, J., Sikora, J., & Treiman, D. J. (2010). Family scholarly culture and educational success: Books and schooling in 27 nations. Research in Social Stratification and Mobiity, 28, 171-197.
Mol, S. E., & Bus, A. (2011). To read or not to read: A meta-analysis of print exposure from infancy to early adulthood. Psychological Bulletin, 137, 267-296.
Mysberg, E., & Rosén, M. (2009). Direct and indirect effects of parent’s education on reading achievement among third grades in Sweden. British Journal of Educational Psychology, 79, 695-711.
Stanovich, K. E. (1986). Matthew effects in reading: Some consequences of individual differences in the acquisition of literacy. Reading Research Quarterly, 21, 360-407.
van Bergen, E., van Zuijen, T., Bishop, D., & de Jong, P. F. (2014). Why are home literacy environment and children’s reading skills associated? What parent skills reveal. Reading Research Quarterly, 52, 147-160.