UN LIBRO DE JUAN C. RIPOLL Y GERARDO AGUADO
Recién nombrado Nobel de Literatura, el conocido escritor Mario Vargas Llosa reconocía con emoción que aprender a leer había sido la cosa más importante que le había sucedido en la vida. Y no es para menos. La habilidad para leer no sólo nos permite acceder a una fuente inagotable de conocimientos (a menudo exclusivamente disponibles de forma escrita), sino que además nos permite viajar a realidades jamás imaginadas y vivir experiencias imposibles de otro modo. No cabe duda de que aprender a leer ha de ser una de las principales tareas de cualquier escolar y su enseñanza una de las principales responsabilidades de cualquier escuela. Pero, ¿cómo hacerlo correctamente?
Para la mayoría de los lectores, la lectura de palabras se desarrolla de forma rápida y queda completamente adquirida hacia 3º de primaria (Wagner y cols., 1993). Sin embargo, muchos niños muestran dificultad en este aprendizaje que, lejos de desaparecer con el tiempo, aumenta si no se interviene de forma adecuada. De hecho, uno de los hallazgos más concluyentes de los estudios sobre desarrollo lector determina que prácticamente todos los niños que muestran dificultades en el inicio de la lectura mantienen estas dificultades a lo largo de los años posteriores (Cunningham y cols., 1997, 1998; Francis y cols., 1996; Juel, 1988; Juel y cols., 1986; Stanovich, 1986). La gravedad de este hecho aumenta si tenemos en cuenta que la habilidad para leer correctamente determina fuertemente el rendimiento de un niño en la escuela. Sobre esto, un estudio reciente con niños canadienses, estadounidenses e ingleses evidenciaba que las destrezas lectoras que muestra un niño en infantil o en primero de primaria son mejores predictoras del rendimiento futuro en matemáticas, lectura y en la repetición de curso que variables como la atención, las habilidades sociales o los problemas socioemocionales (Duncan y cols., 2007).
Lejos de lo que se podría pensar, el bajo rendimiento en lectura no es un problema que se limite a lugares o grupos sociales con alto nivel de pobreza. Países con índices de desarrollo humano considerados altos como Estados Unidos, España o Chile (véase Klugman y cols., 2011) tienen un alto nivel de niños con un rendimiento pobre en lectura. Centrándonos en el caso de España, los resultados obtenidos en PISA evidencian que el fracaso lector está muy presente en las aulas. Recordemos aquí que, a falta de la aplicación de una prueba que analice la velocidad y exactitud lectoras a nivel nacional, PISA evalúa la comprensión lectora de alumnos de 15 años. Pues bien, la puntuación obtenida en nuestro país no ha alcanzado el promedio de la OCDE en ninguna de sus ediciones, esto es, en PISA 2000, 2003, 2006, 2009 y 2012 (aún no están disponibles los resultados de PISA 2015). Además, y a pesar de la mejora experimentada con respecto a las tres ediciones anteriores, la puntuación obtenida por España en PISA 2012 es aún inferior a la obtenida en su primera edición doce años atrás.
Afortunadamente, a diferencia de lo que ocurre con otras materias como las matemáticas, el aprendizaje de la lectura ha recibido una gran atención por parte de la comunidad científica. Gracias a ello, y aunque aún queda mucho camino por recorrer, hoy en día disponemos de abundante evidencia sobre cómo enseñar a leer correctamente y prevenir así las temidas dificultades lectoras. Precisamente, el libro escrito por Juan C. Ripoll y Gerardo Aguado, tiene como objetivo acercarnos a los maestros qué dice la investigación sobre cómo enseñar a leer de forma eficaz. Y cuando digo enseñar a leer me refiero al proceso que abarca desde el aprendizaje de las letras hasta la comprensión de lo que se lee, fin último del acto lector. Estos autores han logrado de forma rigurosa y amena sintetizar en 15 capítulos todo lo que un profesor ha de saber antes de enfrentarse a la difícil y apasionante tarea de enseñar a leer. Sin duda, sólo dos personas a pie entre el mundo académico y la escuela, como es el caso de Ripoll y Aguado, podían escribir un libro donde la fundamentación teórica de la lectura y la aplicación didáctica de la misma guardan un equilibrio perfecto. En una época en la que muchas escuelas de magisterio parecen haber olvidado cuál es una de sus principales misiones, este libro se convierte en una lectura fundamental para cualquier maestro.
Referencias
Cunningham, A. E., & Stanovich, K. E. (1997). Early reading acquisition and its relation to reading experience and ability 10 years later. Developmental Psychology, 6, 934-945.
Cunningham, A. E., & Stanovich, K. A. (1998). Why reading does for the mind? American Educator, 22, 8-15.
Duncan, G. J., Dowsett, C. J., Claessens, A., Magnuson, K., Huston, A. C., Klebanov, P., Pagani, L. S., Feinstein, L., Engel, M., Brooks-Gunn, J., Sexton, H., Duckworth, K., & Japel, C. (2007). School readiness and later achievement. Developmental Psychology, 43, 1428-1446.
Francis, D. J., Shaywitz, S. E., Stuebing, K. K., Shaywitz, B. A., & Fletcher, J. M. (1996). Developmental lag versus deficit models of reading disability: A longitudinal, individual growth curves analysis. Journal of Educational Psychology, 88, 3-17.
Juel, C. (1988). Learning to read and write: A longitudinal study of 54 children from first through fourth grades. Journal of Educational Psychology, 80, 437–447.
Juel, C., Griffith, P. L., & Gough, P. B. (1986). Acquisition of literacy: A longitudinal study of children in first and second grade. Journal of Educational Psychology,78, 243–255.
Klugman, J., Barnhouse Walters, P., Stuber, J. M., & Rosenbaum, M. S. (2011). Social status, values, and support for reform in education. The Social Science Journal, 48, 722-734.
Stanovich, K. E. (1986). Matthew effects in reading: Some consequences of individual differences in the acquisition of literacy. Reading Research Quarterly, 21, 360- 406.
Wagner, R. K., Torgesen, J. K., Laughon, P. S., & Rashotte, C. A. (1993). Development of young readers´ phonological processing abilities. Journal of Educational Psychology, 85, 83-103.